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Enf. de Alzheimer - D Sarasola, P Bagnati - Marzo de 2020

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Enfermedad de Alzheimer. Abordaje clínico y terapéutico. Diego Sarasola - Pablo Bagnati

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D Sarasola, P Bagnati // Enfermedad de Alzheimer. Abordaje clínico y terapéutico. tablecida en el DSM-IV-TR. Además, discrimina entre trastorno neurocognitivo mayor (demencia, en la antigua denominación) y trastorno neurocognitivo menor (correspondiente al llamado deterioro cognitivo leve). Los criterios para el trastorno neurocognitivo mayor son los que se describen a continuación. Costos de la enfermedad de Alzheimer Los costos implicados en el cuidado de un paciente con demencia son altos para el sistema de salud. Del mismo modo, un paciente que padece demencia, cualquiera sea su etiología, constituye una considerable carga para sus familiares o cuidadores, quienes ven disminuida su calidad de vida, ya sea por motivos económicos o psicológicos. Se han realizado en numerosos países, incluido en el nuestro, estudios que muestran la relación directa que tienen los costos con la enfermedad de Alzheimer. Dichos costos se incrementan, además, en relación directa con la gravedad de la enfermedad y con la presencia de trastornos de conducta asociados a esta, tal cual se ha demostrado en un estudio realizado por Allegri y cols. en Buenos Aires. En este estudio, los costos anuales calculados (directos e indirectos) se incrementaban desde aproximadamente US$ 3420, en los casos leves, a US$ 9657 en los casos graves. Además, el costo directo total se incrementaba con la institucionalización (US$ 14 447 anuales). La mayoría de estos costos directos eran asumidos por la familia, con el consiguiente impacto económico de esta enfermedad. A nivel mundial, las cifras son abrumadoras, ya que superan los US$ 800 000 millones si se incluye en los cálculos a los cuidadores informales. Los costos citados, el incremento de casos y el aumento del número proyectado de las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer en el mundo (pero principalmente en los países emergentes) determinan un problema sanitario mayúsculo. Como se ha mencionado, debido a que estos costos se incrementan conforme el estadio de la enfermedad avanza, toda intervención que permita disminuir la prevalencia o retrasar la progresión de la enfermedad redundaría en un ahorro significativo de recursos. En nuestro país, una porción importante del gasto en salud lo representan los medicamentos, particularmente aquellos llamados antidemenciales, específicos para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. La presencia de comorbilidades y síntomas conductuales, la institucionalización y la polifarmacia incrementan aún más el costo. El mismo fenómeno se percibe ante la presencia de la sobrecarga del cuidador. La institucionalización puede, en algunos casos, representar más del 50 % del costo total del cuidado de un paciente. Es de considerarse que, muchas veces, los ingresos familiares de un paciente con demencia se ubican por debajo de la línea de pobreza. Esto destaca aún más la importancia de la sobrecarga familiar no solo en aspectos psicosociales, sino también en aspectos económicos, cruciales a la hora de tener que tomar decisiones. Con todo el cuadro descripto anteriormente, se vuelve crucial un análisis racional que permita una modificación de la distribución de recursos sanitarios en pacientes con demencias. En breve, deberemos enfrentar los cambios demográficos mencionados y será necesario tomar medidas para realizar adaptaciones al sistema sanitario, teniendo en cuenta que esta patología tiene un elevado costo y que es probable que el presupuesto asignado en la actualidad no sea suficiente. 18

Un poco de historia A lo largo de la historia se han usado indistintamente una serie de términos para referirse a la demencia. Palabras como senilidad, envejecimiento precoz, arteriosclerosis, envejecimiento prematuro o alzheimer han sido utilizadas indistintamente para referirse al padecimiento de un síndrome demencial. Dicha variedad terminológica implica una gran confusión, ya que refiere indistintamente a cuestiones sindromáticas y a cuestiones etiológicas. Esta falta de claridad ha llevado a que se dificulte el adecuado diagnóstico etiológico y, por consiguiente, la elección del tratamiento más adecuado. El vocablo demencia deriva del latín de (partícula privativa) y mens (inteligencia); sin embargo, en su uso originario, en el Imperio romano, fue sinónimo de locura o delirio. Si bien existen antecedentes, no es hasta el siglo XIX que se consolida el término con un sentido más acorde al concepto actual. A principios del siglo XX, aparece la clásica descripción de Alois Alzheimer, que aún hoy tiene una importante vigencia clínica. Antes, Emil Kraepelin ya había realizado una diferenciación entre demencia senil y demencia arteriosclerótica, comenzando el camino de la investigación etiopatogénica. Hoy, nos referimos al concepto de demencia como síndrome y, separadamente, a las causas que pueden producirla (enfermedad de Alzheimer, enfermedad cerebrovascular, post-ACV, enfermedades autoinmunes, post-TEC, entre otras). ¿Por qué es importante este libro para el médico clínico? neurociencias, esto no se traduce en un cabal conocimiento de las demencias ni de su prevención, diagnóstico o tratamiento. La Alzheimer’s Disease International (ADI) advierte sobre algunas de las consecuencias de esta falta de concientización con respecto a las demencias: a. La primera de estas consecuencias es la tendencia a considerar las demencias como una parte normal del envejecimiento, algo así como una consecuencia lógica, tanto como nacer o morir. Si bien son innumerables los estudios de clínicos, bioquímicos, genéticos y epidemiológicos que muestran lo incorrecto de este razonamiento, muchas veces este error termina imponiéndose, lo que lleva a que los pacientes no puedan acceder a la ayuda necesaria, por lo que se favorece la estigmatización, el error en la interpretación de los síntomas y, por lo tanto, los tratamientos inadecuados o, directamente, la falta de acceso a este. b. Otra consecuencia se observa en que la persona afectada, o su familia, demoran la consulta en los servicios especializados o concurren a profesionales con escasa formación, lo que produce demoras en el diagnóstico y eventual tratamiento. c. Esta falta de concientización lleva a que los familiares accedan a poca información y apoyo para la difícil tarea de cuidar a estos pacientes o a no comprender la naturaleza de sus síntomas, lo que deriva en un mayor porcentaje de patologías relacionadas con el estrés en estos miembros de la familia. Por ejemplo, muchas veces, la familia considera como esperable ciertas fallas de memoria en estas patologías, pero no sucede así con los trastornos de conducta, lo que favorece la incomprensión, el estigma y la culpa. Si bien en la actualidad asistimos a una verdadera explosión de información sobre 19

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