Views
1 year ago

Psicofarmacología 129 - Mayo 2022

  • Text
  • Wwwscienscomar
  • Actividad
  • Sciens
  • Experiencias
  • Editorial
  • Emocional
  • Trastorno
  • Efectos
  • Pacientes
  • Tratamiento
  • Bipolar

Psicofarmacología 22:129, Mayo de 2022 3) Éxtasis. 4) Pérdida de los límites del sí mismo (self) autoimpuestos y generados durante el desarrollo psicoemocional. 5) Experiencia de “unión con el mundo”. 6) Las drogas psidélicas producen como efecto agudo marcada alteración de todas las funcio nes mentales, incluyendo la percepción, el humor, la volición, la cognición y como fue señalado en base a estas acciones como vía final, la experiencia del sí mismo. 7) Experiencias tanto negativas como positivas de la autoconciencia. 8) Experiencias místicas junto con estados de despersonalización y desrealización (experiencias disociativas). 9) Reducción de la atención y vigilancia que refleja el estado de ensoñación producido por ej. por psilocibina. Los ítems 5 a 8 se han reportado con mayor frecuencia en usuarios de la psilocibina (2). Antecedentes históricos Si bien el aislamiento y síntesis de la mescalina datan de comienzos del siglo XX (1897 y 1919), las drogas de síntesis se inician con la fenciclidina (PCP, en 1926) y el ácido lisérgico de dietil-amida (LSD) por Hofmann (1938) quién descubre sus efectos psicoactivos en 1943 y posteriormente aísla y sintetiza la psilocibina en 1958. En 1962 se sintetiza la ketamina que se califica como “anestésico disociativo” de uso veterinario y más modernamente su enantiómero activo la esketamina. Desde 1963 con la aparición del LSD en la calle, se inicia la cultura de su abuso y consumo, lo que lleva a la FDA a catalogar en lista I a la lisergamida, la psilocibina y la mescalina, mientras que en 1999 la ketamina se coloca en lista III. A fines de la década del ochenta, se demuestran las propiedades agonistas del LSD sobre receptores 5-HT2A y los primeros estudios neuro-imagenológicos de la mescalina, la psilocibina y la ketamina datan de fines del siglo XX. Todo ello muestra un intervalo de 40 años desde la aparición de estas drogas y estudios científicos sobre sus acciones y efectos biológicos, derivados de su utilización como drogas de abuso, lo que aún hoy limita las posibilidades de su uso en humanos sea con propósitos de investigación o su eventual potencial terapéutico en pacientes con ansiedad, TOC, depresión, disfunción sexual, adicción al alcohol y para calmar el dolor y la ansiedad en pacientes cancerosos terminales (3). Las drogas usadas en la década de los 50 (1000 estudios clínicos reportados hasta 1965, la mayoría no controlados, que incluían hasta 40000 sujetos) fueron el LSD, la psilocibina y en menor medida la ketamina. Dadas las restricciones impuestas en base al uso abusivo, peligroso y antisocial, desde la década del setenta, la investigación experimental en animales decae al igual que la posible investigación de sus acciones y efectos en humanos. Investigación con drogas psicodélicas, efectos y aplicaciones terapéuticas Sin embargo, el desarrollo de sofisticados métodos de neuroimagenología y técnicas de localización de efectos sobre el SNC en animales y humanos así como la mejor comprensión de los mecanismos moleculares involucrados en la acción de los psicodélicos en animales se ha incrementado desde la década de los noventa, tanto en su uso más establecido como modelo de psicosis (efectos psicotomiméticos, fundamentales en la comprensión y el estudio de la patofisiología esquizofrenia) como sus potenciales utilidades terapéuticas en el abanico de los trastornos de ansiedad y depresión. En buena medida, éstas últimas se relacionan con el sentido de las autoexperiencias individuales, desde una sensación de “libertad ilimitada” (boundlessness) con felicidad, deleite, etcétera, como experiencias placenteras de un lado, hasta ansiedad, pánico y pérdida del autocontrol por el otro, eventos sentidos como displacenteros; todos ellos según el marco social en que se utilizan, la droga empleada y la dosis (4). Los primeros usos médicos fueron en experiencias psicológicas (psicoterapias grupales) donde tanto médicos como pacientes se administraban la lisergamida (LSD-25) para referir y analizar sus efectos en marcos psicoanalíticos o de psicoterapia existencialista (tendiente a resolver los conflictos existenciales, como la inevitabilidad de la muerte, la soledad y el sinsentido de la vida). Cuando en 1966, Sandoz retira las muestras de LSD (Delysid), muchos de estos “ensayos” son discontinuados (2, 6). Hacia 1953 dos formas de terapia basada en LSD fueron empleadas en marcos teóricos diferentes: por un lado, en los EE.UU. la llamada “terapia psicoléptica” (manifestación mental) y en Europa la “terapia psicolítica” (relajación o aflojamiento de la psique). En las terapias psicolépticas: Se indicaba una dosis alta de LSD (200 a 800 µg) que se aplicaba en una sola sesión que se suponía llevaba a una experiencia pico de tipo “conversión” a un nuevo ni- EDITORIAL SCIENS // 5

Prof. Dr. Luis María Zieher, Dr. Diego E. Cohen vel de conciencia (sin atención) o conocimiento, la que era precedida por intensiva preparación psicoterapéutica antes de la sesión y seguida por una integración de la experiencia “pico” en ulteriores sesiones psicoterápicas. También se refieren promisorios efectos terapéuticos en pacientes con cáncer terminal, alcohólicos severos, adictos a narcóticos y en pacientes con “neurosis”, antigua categoría de trastorno mental caracterizada por ansiedad y sensación de distress, hoy categorizadas como trastornos del humor, que incluyen los trastornos de ansiedad, disociativos, sexuales y somatomorfos (12-15). Varios estudios mostraron una disminución de la depresión y la aprensión hacia la muerte, así como efectos analgésicos superiores a la dihidromorfinona y la meperidina (2). Los trabajos de la década del setenta confirmaron estos hallazgos y vincularon la eficacia clínica con la intensidad de la experiencia psicodélica. La terapia psicoléptica introducida en Europa (18 centros de tratamiento) por Ronald Sandison empleaba dosis bajas a moderadas de LSD (de 50 a 100 µg) o psilocibina (10 – 15 mg), raramente ketamina, en dosis repetidas como adyuvante de psicoterapia orientada psicoanalíticamente para facilitar la “regresión” (enfrentar la realidad mediante una temporaria reversión del ego a un estadio anterior de desarrollo) de memorias emocionales reprimidas y la “transferencia” (redireccionamiento inconsciente de sentimientos o deseos de una a otra persona). En 42 estudios se refirieron tasas de mejoría muy marcadas en pacientes (mayormente resistentes al tratamiento) con trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de personalidad, disfunción sexual y TOC (16). Lamentablemente, la mayoría de estos estudios, no cumplieron con una adecuada caracterización de los puntos finales del tratamiento por lo que resultaba difícil vincular la eficacia con la droga o con el marco de compromiso generado por la investigación (16). De todos modos, el uso de drogas psicodélicas mostró un perfil de indicación promisorio para los trastornos de ansiedad – depresión en el marco de psicoterapias asistidas por sustancias. Disponemos en la actualidad de una escala de puntajes (11 en total) para medir estos particulares estados de la consciencia inducidos por las sustancias psicodélicas. Se trata de la 5DASC (5-dimensional altered states of consciousness) cuyas dimensiones primarias son: 1. Desprendimiento o desprendimiento emocional global, generando una especie de sentimiento oceánico (oceanic boundlessnes), referido a experiencias positivas, desde la perdida de las limitaciones del ego asociadas con el sentido del tiempo y las emociones, hasta felicidad sublime (experiencias de éxtasis y experiencias místicas) y sentimiento de unidad con el entorno (2-7). Es la dimensión más utilizada en la interpretación de las experiencias psicodélicas en el marco de las psicoterapias. 2. Desintegración del ego con ansiedad. 3. Compromiso de la percepción con ilusiones y alucinaciones visuales. 4. Hipersensibilidad al sonido y alucinaciones auditivas. 5. Alteraciones del estado vigil. Las alteraciones son dosis dependientes y se buscan aquellas que produzcan una agradable pérdida de las limitaciones del ego con “unidad consigo mismo” (oneness) evitando las experiencias más psicóticas como la disolución del ego, el miedo o la ideación delirante. Mecanismos farmacológicos de los alucinógenos clásicos Los alucinógenos clásicos comprenden tres clases de compuestos químicos: Las triptaminas derivadas de plantas (psilocibina), las fenetilaminas (mescalina) y las ergolinas (derivados del ergot) y semisintéticas como el LSD. Todos ellos tienen afinidad por receptores 5-HT2, 5-HT6 y 5-HT7. Las ergolinas, además muestran alta afinidad y actividad intrínseca con receptores dopaminérgicos D2 y adrenérgicos a2. La mayor cantidad de evidencias muestran que la principal causa de efectos en animales (y quizás en humanos) se ejerce sobre receptores 5-HT2A de localización postsináptica en las grandes células piramidales de las capas profundas corticales (V y VI) lo que aumenta los niveles extracelulares de glutamato (GLU) en la corteza prefrontal (PFC) (17). Esto conlleva a una activación de receptores AMPA y NMDA en neuronas piramidales corticales sumado a la activación directa 5-HT2A de los receptores corticales. Estos mecanismos pueden aumentar la expresión de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) con efectos neuroplásticos (2, 28). Los agonistas 5-HT2A alucinogénicos y no alucinogénicos regulan de manera diferente la señalización intracelular en las neuronas piramidales corticales que resultan en una expresión diferencial de proteínas río abajo como las proteínas de respuesta temprana EGR1 y EGR2 y la b-arrestina lo que podría ayudar al desarrollo de ligandos funcionalmente selectivos y con propiedades terapéuticas específicas pero no se han conseguido ligandos con 6 // EDITORIAL SCIENS

Biblioteca

Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar

Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015