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Psicosis agudas II - Cap 3 - Las psicosis afectivas monopolares según la escuela de Wernicke-Kleist-Leonhard - MNC Derito

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MNC Derito // Urgencias en Psiquiatría. Psicosis endógenas agudas Caso 1 Teniendo en cuenta que estos casos a veces pasan sin ser detectados por su levedad. Hace varios años se interna en la clínica un hombre de 60 años, jubilado reciente de la policía federal, en la que había tenido una foja de servicios con muy buen concepto. Como se aburría en su tiempo libre, decidió buscar alguna tarea sencilla en la que ocuparse y ganar algún dinero. Conocido en el barrio y tenido por buena persona, una inmobiliaria de la zona le ofrece mostrar los departamentos que se ponían en venta. Nuestro hombre acepta gustoso tal encargo y pone manos a la obra. Muestra las propiedades con entusiasmo, estudia las características de las mismas y sugiere la forma de utilizarlas mejor a los posibles compradores. Con su actitud emprendedora logra entusiasmar a muchos posibles compradores, un día piensa que podría acelerar las operaciones si el mismo toma las señas y compromete a los interesados. Toma los formularios de la inmobiliaria sin avisar a los martilleros, y les toma las señas a los interesados fijando fechas para firmar boleto. Toma varias señas de un mismo departamento. Una vez con el dinero en el bolsillo, se le ocurre que podría hacer estupendos regalos a sus nietos y su esposa. Compra juguetes, electrodomésticos, ropas, muebles con los que obsequia a su familia. Su esposa observa con creciente preocupación su excelente humor, su optimismo de un futuro brillante, y su creciente generosidad para con la familia, especialmente porque no le quedaba clara la procedencia del dinero. Concurre a la inmobiliaria y encuentra a los dueños azorados y sin saber qué hacer, porque se habían presentado en el negocio varias personas con señas abonadas a nuestro enfermo y exigiendo la firma del boleto de la misma propiedad. Por supuesto el dinero era imposible de devolver ya que se había gastado en su bonachona dadivosidad. Se realiza la denuncia policial y el paciente ingresa a la clínica por un juzgado de instrucción penal, siendo declarado posteriormente inimputable. Cuando el paciente ingresa a la clínica se mostraba tranquilo, sonriente, manifestando que no entendía el enojo de toda la gente, ya que consideraba haberse comportado como un eficiente vendedor y haber realizado muy buenos negocios. Se sentía satisfecho de su accionar, y decía sentirse optimista en cuanto a su futuro como vendedor de propiedades, ya que había demostrado su excelente desenvolvimiento en esa tarea. En la institución, rápidamente entró en amistad con otros pacientes y con el personal, ofreciendo su ayuda a todos. La observación mostraba una persona adecuadamente vestida, que atendía a la conversación sin dificultad, si bien no expresaba aceleración del pensamiento, tomaba la iniciativa verbal. Recordaba los sucesos por los que había sido internado, pero no encontraba el lado malo del asunto, si bien admitió que no debió gastar el dinero tan rápidamente. Se mostraba tranquilo y sonriente, de buen humor, seguro de sí mismo, conversador y campechano. Según su esposa, si bien era un hombre tranquilo y confiado, jamás hubiera tenido este tipo de conductas de no estar “enfermo de la cabeza”. Era la primera vez que esto ocurría y ella lo atribuía a su dificultad para adaptarse a su nueva situación de jubilado. Se lo medicó con haloperidol, clotiapina y carbamazepina en bajas dosis, el cuadro cedió en dos semanas y se fue de alta por haber pasado su caso a un juzgado civil. En este caso es evidente que la sensación de euforia, bienestar y capacidad aumentada lo llevaron a cometer un ilícito, si tomar conciencia de lo inadecuado de su conduc- 128

ta. En ese momento el se sentía un vendedor de gran capacidad que había convencido a varios compradores y los había hecho comprometerse con la propiedad en venta, esa misma euforia lo hizo considerar que el dinero podía ser usado en el bienestar de su familia. Acciones de poca monta, pero ilegales, teniendo en cuenta que siendo su actividad anterior agente de la ley, no podía desconocer lo incorrecto de su proceder. La euforia había desviado el juicio transitoriamente. Euforia hipocondríaca Sensaciones corporales anormales: al igual que en la depresión hipocondríaca o en la parafrenia hipocondríaca, el cuadro fundamentalmente se desarrolla a través de sensaciones corporales erróneas o cenestopatías. Por supuesto que se diferencia netamente de estos cuadros, en el caso de la depresión por el estado de ánimo que acompaña a la queja y en el caso de la parafrenía, porque en los casos que nos ocupan ahora carecen de toda vivencia de influencia externa. El estrato afectivo afectado en este caso es el mismo de la depresión hipocondríaca. O sea el estrato más primitivo de los sentimientos sensoriales o corporales. La forma en que estos pacientes expresan su sufrimiento, hace acordar en principio a las expresiones más comunes, pinchazos, perforaciones, ardor, etc., cuando se les sugiere que sean más específicos en la descripción, es allí donde se expresan con comparaciones descabelladas, por ejemplo: “es como si me cortaran el cerebro”, “como si se hubieran tensado las cuerdas vocales”, “como si me hubieran cortado la glándula”, también es frecuente que se quejen de que sus órganos se han desplazado. En esto se parecen más a los parafrénicos hipocondríacos, pero como ya lo mencionamos el humos es distinto falta siempre la vivencia de influencia externa. Estado de ánimo eufórico: si bien cuando el paciente manifiesta sus quejas denotan sufrimiento interno, también es cierto que del tono de humor que acompaña a la queja es alegre, divertido y hasta se podría decir que suele ser contagioso para el interlocutor, no solo por lo estrafalario de los planteos, sino por el humor con el que son expresados. Pueden entrever el más negro de los futuros por sus continuos padecimientos y aún así lo dicen jocosamente. A veces la queja tapa la euforia, pero inmediatamente esta aflora, y siguen relatando las horribles peripecias de su salud, con una sonrisa en la boca, hasta mostrar un ánimo francamente exaltado. A veces los enfermos se dan cuenta de la contradicción en la que han caído, y explican que pueden estar alegres a pesar de todos sus padecimientos. Fenómeno de extrañamiento: este síntoma ya ha sido descripto en la depresión hipocondríaca, se lo atribuyó a que la esencia de la enfermedad son las sensaciones corporales anormales que nacen en el estrato afectivo más primitivo de los sentimientos sensoriales patológicos. Estas sensaciones van acompañadas de en estado de ánimo también patológico, que puede pertenecer a cualquiera de los dos polos (eufórico o angustioso). Esa sensación corporal anormal es vivenciada por los sentidos como un cuerpo extraño, ajeno a la personalidad del enfermo, lo que genera el fenómeno de extrañamiento del propio cuerpo. Este fenómeno es más notorio en la depresión hipocondríaca, que en la euforia, en la que el mismo Leonhard afirma que la ha registrado en muy pocos casos. 129

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