D Cohen // Psicoterapia individual basada en la mentalización y el apego para pacientes con trastorno límite de la personalidad cadores sutiles, que arrojen mayores apreciaciones cualitativas de dicha capacidad. Evidencia de este esfuerzo se puede ver en propuestas como la de Baron - Cohen, et al. (31) donde se plantea una prueba de la siguiente manera: 25 fotografías de hombres y mujeres realizando diferentes expresiones, dichas imágenes sólo se enfocaban en la región del rostro entre la nariz y las cejas. En el procedimiento se le mostraba la imagen a la persona y luego se le daba a elegir entre dos estados mentales el que representaba mejor la fotografía observada. Dicha prueba se les aplicó a personas diagnosticadas con Asperger y trastorno del espectro autista de alto funcionamiento, quien en un primer momento habían pasado sin dificultad la tarea clásica de la falsa creencia, pero, no obstante, habían puntuado bajo en la prueba de lectura de miradas. Baterías cognitivas Los resultados de los estudios mencionados en el apartado anterior ponen de manifiesto que la capacidad de mentalizar debería considerarse como una dimensión donde ya no sólo de habla en términos de ausencia o presencia, sino que debe considerarse una habilidad ubicada en un continuo y con un determinado nivel de desarrollo. En este sentido, se han realizado investigaciones que intentan operacionalizar estos “matices” de diferentes tonos que pueden componer la teoría de la mente. Por ejemplo, Wellman et al. (32) realizaron un meta análisis sobre una cantidad considerable de estudios que centraron sus investigaciones en el estudio de habilidades mentalistas en niños, observando que la evolución de las capacidades de mentalización está altamente vinculada a la aparición de un conjunto de habilidades conceptuales y pragmáticas en el curso del desarrollo ontogenético, los autores sintetizaron las anteriores en 5 dimensiones, que deberían explorarse en caso de evaluar dicha capacidad. Por lo cual debería revisarse si la persona comprende: 1) Deseos, 2) Creencias, 3) Acceso al conocimiento, 4) Falsa creencia y 5) La diferenciación entre emociones reales o aparentes. Por su parte, Tager – Flusberg (33) Se encarga elaborar y reunir 10 tareas en una batería para poder evaluar ToM en niños y en adolescentes, dichas tareas consistirían en: Simulación, Deseo, Percepción, Predicción, Falsa creencia, Engaño táctico, Falsa creencia de segundo orden, Mentiras y chistes, lectura de intenciones y juicios morales. Siguiendo esa misma línea, Valdez (21) desarrolló una batería de pruebas para la detección de habilidades de mentalización sensibles a indicadores sutiles, a saber, está conformada por: Pruebas de miradas: se muestran diferentes imágenes de miradas y el sujeto debe elegir entre 3 frases la que más se ajuste con la imagen. Prueba de personas en contexto: se muestran imágenes de diferentes situaciones donde están involucrados diferentes personajes, de igual manera, se le da una frase al sujeto, quien debe elegir quien de los personajes la dice. Prueba de metáforas: se muestran varias frases poéticas y metafóricas, y el sujeto debe elegir entre tres opciones cual es la interpretación más ajustada. Prueba de sentido figurado e ironías: se muestran varias viñetas con diversas situaciones de la vida cotidiana, donde el sujeto 184
debe discernir sobre la intención de los personajes de la viñeta, si se trata de acciones con sentido literal o con ironía. Prueba de relevancia: se muestran varias viñetas con conversaciones entre dos personajes, el sujeto debe discernir entre varias opciones de respuestas que se ajusten con la pertinencia y relevancia de la conversación. Entrevista De igual manera, Luyten et al., (8) consideran la mentalización como un constructor de múltiples significados y dimensional, por lo cual consideran que se debe evaluar diferentes factores, hasta llegar a plantear el armado de un “perfil de mentalización” para cada persona. Además de lo anterior, Luyten et al., (34) plantean que las habilidades para mentalizar no son constantes en todo el ciclo vital, por ejemplo, O’Connor et al., (35) argumentan que durante la adolescencia hay índices más bajos en dicha capacidad. Por otro lado, Diamond et al., (36) observaron que los indicadores de la habilidad para mentalizar fluctúan considerablemente en el curso de una psicoterapia de orientación analítica (véase capítulo 1), y, también, está sujeto, según Luyten et al. (8), al contexto y a la persona con la cual se relaciona un paciente. Por lo cual, la evaluación de las capacidades de mentalización debe ser pertinentes al contexto, al ciclo vital y por supuesto, a través de diferentes figuras de apego de la persona, en términos más sencillos a las relaciones interpersonales. Existen diversos esfuerzos por construir escalas comprensivas y abarcativas para lograr un nivel confiable de validez a la hora de evaluar dicha capacidad: Para Fonagy et al., (37) el abordaje de la capacidad para mentalizar está relacionado con los estilos de apego que desarrollan las personas a partir de sus experiencias tempranas con sus cuidadores, es por lo que dichos autores recurren a los estudios experimentales de Mary Ainsworth sobre los estilos de apego y a un instrumento que evalúa dicho estilo, “Entrevista de Apego Adulto” (AAI) diseñada por George et al. (38), operacionalizando en un instrumento los planteamientos de John Bowlby. Para Fonagy et al. (37) la “Entrevista de Apego Adulto” arroja indicadores no sólo de cómo eran sus experiencias de apego tempranas, sino que también alude a las características metacognitivas y reflexivas en cómo el sujeto cuenta y evalúa esas experiencias (véase capítulo 1). En ese sentido, dichos autores, a partir de la AAI, desarrollaron la Escala de Función Reflexiva, un modelo de entrevista que permite evaluar las características intrínsecas en el estilo de mentalizar de una persona, el entrevistador, quien debe estar entrenado en dicha evaluación, Lanza Castelli (39) menciona que se debe tener en cuenta los siguientes puntos en la persona a evaluar: Conciencia de la naturaleza de los estados mentales. Que el entrevistado tome conciencia de la opacidad de los estados mentales de otros y de las dificultades para poder realizar insights. Esfuerzo explícito de inferir los estados mentales que subyacen al comportamiento. Que el entrevistado identifique la relación que a ciertos comportamientos le subyacen móviles mentales, y así mismo observar la capacidad de reconocer diversas perspectivas en una determinada situación. Reconocimiento de aspectos del desarrollo de los estados mentales. Que el entrevistado reconozca explícitamente el desarrollo de 185
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