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Responsabilidad en salud mental y la ley 26657: ¿Quién paga los platos rotos? - AA Mega

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Ya bien entrado el siglo XXI, resulta claro que la humanidad no ha podido despojarse de una buena cantidad de prejuicios y preconceptos, que resultarían prima facie claramente obsoletos en esta época de maravillas tecnológicas y notorios avances científicos pero sin embargo, profundamente arraigados en el locus niger, el lugar más oscuro de la mente de miles y miles de personas. Uno de estos prejuicios guarda una relación estrecha con la salud mental, y más precisamente, con la expresión más grave de la enfermedad mental, vulgarmente, la locura. Este prejuicio, pese a millones de pacientes rehabilitados en sentido contrario que hacen vidas productivas, afirma que “la locura no se cura, y si se cura, poco dura”. Y si a este respecto hicieran falta pruebas ad effectum videndi, a los fines de ser vistas, bástenos extender un mapa de cualquier urbe importante de este planeta, y observar cuán periféricamente de cualquiera de estas ciudades azarosamente elegidas, encontramos tres espacios rechazados y que "deben" ser ocultados de la visión pública. Ellos son los cementerios, las cárceles, y lógicamente, los manicomios. Lo cierto es que por una multiplicidad de factores que no explicaré aquí, debido a no ser el tema central de análisis de este comentario, la psiquiatría llegó tarde a la hora de ser considerada ciencia, siendo un poco "La Cenicienta" en la medicina del mundo occidental. Aún hoy, en numerosas instituciones médicas, el psiquiatra sigue siendo observado con cierta reluctancia por otros especialistas, como si en rigor fuera menos médico que el resto. ¿Qué esperar entonces del público en general, cuya imaginación, abrevada en cientos de series, películas, libros y otros medios de comunicación, ha consumido horas de un mensaje lleno de un arraigado prejuicio, destinado a vender historias terroríficas sobre despiadados psiquiatras y sus pobres víctimas-pacientes. Lo único que ha logrado esta parafernalia mediática, ha sido profundizar el temor y desconcierto en la gente, aún en aquella realmente necesitada de asistencia psiquiátrica, la que merced a este siniestro mensaje evitará la consulta a tiempo con el profesional, con los previsibles resultados desastrosos en su salud, medio familiar y patrimonio

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Psiquiatría 4:16, Noviembre 2011 Responsabilidad en salud mental y la ley 26657: ¿Quién paga los platos rotos? Sftqpotjcjmjuz!boe!Mbx!37768;! Xip!xjmm!qbz!uif!dpotfrvfodft@ Prof. Dr. Andrés Alberto Mega Psiquiatra Forense C.S.J.N. Ex-Presidente de Millennium Fundación Psiquiátrica amega@intramed.net.ar Algunos comentarios preliminares Ya bien entrado el siglo XXI, resulta claro que la humanidad no ha podido despojarse de una buena cantidad de prejuicios y preconceptos, que resultarían prima facie claramente obsoletos en esta época de maravillas tecnológicas y notorios avances científicos pero sin embargo, profundamente arraigados en el locus niger, el lugar más oscuro de la mente de miles y miles de personas. Uno de estos prejuicios guarda una relación estrecha con la salud mental, y más precisamente, con la expresión más grave de la enfermedad mental, vulgarmente, la locura. Este prejuicio, pese a millones de pacientes rehabilitados en sentido contrario que hacen vidas productivas, afirma que “la locura no se cura, y si se cura, poco dura”. Y si a este respecto hicieran falta pruebas ad effectum videndi, a los fines de ser vistas, bástenos extender un mapa de cualquier urbe importante de este planeta, y observar cuán periféricamente de cualquiera de estas ciudades azarosamente elegidas, encontramos tres espacios rechazados y que "deben" ser ocultados de la visión pública. Ellos son los cementerios, las cárceles, y lógicamente, los manicomios. Lo cierto es que por una multiplicidad de factores que no explicaré aquí, debido a no ser el tema central de análisis de este comentario, la psiquiatría llegó tarde a la hora de ser considerada ciencia, siendo un poco "La Cenicienta" en la medicina del mundo occidental. Aún hoy, en numerosas instituciones médicas, el psiquiatra sigue siendo observado con cierta reluctancia por otros especialistas, como si en rigor fuera menos médico que el resto. ¿Qué esperar entonces del público en general, cuya imaginación, abrevada en cientos de series, películas, libros y otros medios de comunicación, ha consumido horas de un mensaje lleno de un arraigado prejuicio, destinado a vender historias terroríficas sobre despiadados psiquiatras y sus pobres víctimas-pacientes. Lo único que ha logrado esta parafernalia mediática, ha sido profundizar el temor y desconcierto en la gente, aún en aquella realmente necesitada de asistencia psiquiátrica, la que merced a este siniestro mensaje evitará la consulta a tiempo con el profesional, con los previsibles resultados desastrosos en su salud, medio familiar y patrimonio. Ahora bien, se produce en Argentina un hecho que en principio parecía auspicioso, es decir, que nuestros representantes en el Congreso Nacional se EDITORIAL SCIENS // 7

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