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Revista Psicofarmacología 135

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Sumario Artículos y revisiones 04 | Tratamiento farmacológico del paciente fumador Dra. Lucía Pellegrini 11 | Papel de la microbiota en el eje intestino-cerebro. Su implicancia en desórdenes psiquiátricos y del neurodesarrollo Dra. María Lorena Keller 18 | Genética del trastorno por déficit de atención e hiperactividad Dr. José Alberto Angemi

Psicofarmacología 24:135, mayo de 2024 serotonina está involucrada en el miedo, y más del 90 % de esta molécula es sintetizada en el intestino. Algunas bacterias utilizan el triptófano de la dieta para convertirlo en triptamina, y así alteran la disponibilidad de triptófano en el hospedador, reduciendo la producción de serotonina en el cerebro (5, 7, 9). Papel de la microbiota en los desórdenes depresivos experimentar placer, y cambios físicos o en ciertas funciones psicológicas. Este cuadro se asocia además con un riesgo aumentado de desarrollar aterosclerosis, enfermedad cardíaca, hipertensión, accidente cerebrovascular, declinación cognitiva y demencia, además de desórdenes inmunológicos y metabólicos incluyendo diabetes tipo 2. Por otra parte, los DD son altamente recurrentes, comenzando muchas veces en la adolescencia (8). Los desórdenes depresivos (DD) representan un importante problema de salud, que afecta no sólo al individuo sino a su entorno familiar, social y laboral. Se trata de un desorden complejo en cuya etiología intervienen factores genéticos y ambientales. La prevalencia en el mundo es de 10 a 25 % en mujeres y 5 a 12 % en hombres, y un tercio de las consultas a psiquiatras son a causa de la depresión. El DD se define por episodios de decaimiento en el humor, con incapacidad para La relación entre función intestinal y salud mental ha sido establecida y descripta. La depresión y la ansiedad con frecuencia son acompañadas por cambios en la motilidad colónica, la cual altera a su vez la composición y estabilidad de la microbiota intestinal, así como la fisiología del colon. Los desórdenes relacionados al estrés pueden alterar la barrera intestinal, produciendo un “intestino permeable” (leaky gut), que genera una respuesta inflamatoria donde interviene la Figura 1 Mecanismos de señalización del eje microbiota-intestino-cerebro Modificada del Documento de consenso sobre la microbiota y el uso de Probióticos/Prebióticos en patología neurológicas y psiquiátricas. SEMiPyP (2021). EDITORIAL SCIENS // 13

María Lorena Keller microbiota, a través de la translocación de ciertos productos bacterianos como el lipopolisacárido (LPS) (5). Los pacientes con DD muestran cambios en la composición y abundancia de su microbiota comparados con sujetos sanos. Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes son los filos más afectados, especialmente se observa un aumento de la relación B/F (Bacteroidetes/Firmicutes), caracterizado por aumento del género Bacteroides, y disminución de Blautia, Faecalibacterium y Coprococcus (9). Un estudio de Naseribafroeu y col. en 2014, reportó aumento del orden Bacteroidales y disminución de la familia Lachnospiraceae en comparación con individuos normales. En otro estudio publicado en 2015, Jiang y col. detectaron mayores niveles de Bacteroidetes, Proteobacteria y Actinobacteria y al mismo tiempo, menor cantidad de Firmicutes en pacientes con DD. A su vez, se observó una correlación negativa entre Faecalibacterium prausnitzii –importante productor de butirato–, y la severidad de los síntomas depresivos (5, 8). Estudios en ratones bajo estrés crónico han mostrado reducciones en el género Bacteroides, y también mayores niveles del género Clostridium, que comúnmente se encuentra alterado como resultado de cambios modulados por metabolitos intestinales, como fenilalanina, triptófano y tirosina. Estas moléculas son parte del metabolismo de neurotransmisores claves como la serotonina, con implicancias en las funciones del SNC y SNE. Un estudio de Kelly y col. en 2016 demostró que ratas trasplantadas con heces obtenidas de pacientes con DD, desarrollaban signos de comportamiento y fisiológicos característicos de esta entidad, indicando una asociación causal. Más aún, en varios estudios, la administración de probióticos, antibióticos y bacterias patógenas, que influencian la composición de la microbiota, también mostraron cambios en los patrones de comportamiento. Es importante destacar que en 2004, Sudo y col. demostraron una relación directa entre microbiota y respuesta al estrés mediada por el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, obteniendo mayores niveles de hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y corticosterona en plasma de ratones libres de gérmenes (germ free) sometidos a estrés, con respecto a los controles normales. Esta respuesta al estrés se recuperaba normalmente después de la inyección de Bifidobacterium infantis (5). Es importante remarcar que los cambios en la composición de la microbiota intestinal se acompañan de alteraciones en el metaboloma, es decir los metabolitos que dichas bacterias producen, los cuales tienen implicancias en los DD. Algunas alteraciones observadas en estos pacientes son la depleción de la concentración de AGCC –especialmente butirato–, neurotransmisores y ácidos biliares secundarios. En relación a éstos, un estudio inclusive halló una correlación negativa entre su concentración y la severidad de los DD, sugiriendo un papel protector de los ácidos biliares secundarios en esta enfermedad (9). Alteraciones de la microbiota en el Trastorno del Espectro Autista El trastorno del espectro autista (TEA) incluye una familia de desórdenes del neurodesarrollo, que comprende alteraciones en el comportamiento, problemas en la comunicación y sociabilización, anormalidades sensoriales, comportamientos restringidos y reiterativos, y en algunos casos, daño autoinfligido. Algunas comorbilidades son alimentación restrictiva, síntomas gastrointestinales y trastornos convulsivos. Se ha identificado TEA en 1 de cada 36 niños de 8 años (2.8 %), según el último análisis publicado en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad (MMWR) de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Las cifras de los nuevos hallazgos son más altas que en la estimación anterior, del 2018, que informó una prevalencia de 1 de cada 44 niños (2.3 %). Los datos provienen de 11 comunidades de la Red de Vigilancia de Autismo y Discapacidades del Desarrollo (ADDM, por sus siglas en inglés) en USA. Esta condición es más prevalente en varones que en mujeres (4:1), y ha tenido un rápido aumento de su incidencia en los últimos años (10, 11, 12). Recientes estudios sugieren que el TEA no es un trastorno primario cerebral, sino un desorden generalizado, con muchas anormalidades en las funciones metabólica e inmune. Cada vez existen más evidencias de que interacciones complejas entre factores genéticos, epigenéticos y ambientales contribuyen a la patogénesis de este desorden. Los factores genéticos hallados hasta ahora, que incluyen mutaciones raras, polimorfismos de nucleótidos simples en genes comunes, variantes en el número de copias genómicas, etcétera, pueden dar cuenta de sólo un tercio de los casos de autismo. Esto, sumado a la evidencia de la discordancia para esta condición en gemelos monocigóticos, sugieren un rol importante de factores epigenéticos y ambientales en el desarrollo del TEA (11). En la figura 2 se muestran las comorbilidades que han sido reportadas en pacientes con autismo. Una de las más frecuentes son los síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, y se ha observado que los pacientes con estos síntomas demuestran más problemas de ansiedad, menos interacción social y en algunos casos comportamientos agresivos y alteraciones del sueño, comparados con los que no presentan esta sintomatología. Un incremento de la permeabilidad intestinal es observado en pacientes con autismo midiendo lactulosa en sangre después de la administración 14 // EDITORIAL SCIENS

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