Views
3 years ago

Sexología - N Rodríguez Paulet - Abril de 2020

  • Text
  • Paulet
  • Paulet
  • Deseo
  • Sexologia
  • Mujer
  • Hembras
  • Sexo
  • Vida
  • Cultura
  • Matrimonio
  • Relaciones
  • Sexuales
  • Sexualidad
  • Pareja
Amo pero no deseo

Natividad

Natividad Rodríguez Paulet en 1870, cansado de masturbar manualmente a sus pacientes para aliviar sus síntomas histéricos, inventó un dispositivo que le alivie la tarea para alcanzar el curativo “paroxismo histérico” . La psiquiatría tomaba a la sexualidad como una pieza elemental en la salud mental del ser humano. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la sexualidad ha sido tratada y es tratada por los terapeutas como un elemento secundario, banalizada y relegada a sexólogos que dan recetas en televisión o revistas de interés general, carentes de profundidad y bien alejados de la práctica clínica de psicólogos y psiquiatras. Pues es lamentable. Porque lo que se narra en mi consulta tiene tantas aristas freudianas que es imposible de tratar sin recurrir a elementos aportados por el padre del psicoanálisis. Conozco a MG en un taller sobre sexualidad femenina, me contacta tras el taller porque desea tener unas sesiones de consulta. MG ha realizado terapia psicoanalítica, cognitiva y PNL, y aún no supera una depresión leve, acompañada episodios de angustia, no le encuentra mucho sentido a la vida. Tiene 40 años, dos niños pequeños, un matrimonio de 12 años. “Cuando escuché su charla sabía que tenía que venir. Sé lo que me falta. Vivo mal porque odio el sexo con mi marido. Es sexo obrero. Una tarea que hay que cumplir, sin ganas, aburrida, un trabajo. No es así como tiene que ser el sexo. Es como hacerlo con mi hermano. Lo amo pero no lo deseo ¿Qué hago?” PR acude con su mujer ST, PR ha sido infiel después de 7 años de matrimonio y dos hijos. Sus relaciones sexuales eran esporádicas, cada 3 meses. PR relata, “yo amo a mi familia, amo a mis hijos, pero surgió una necesidad de volver a sentirme vivo, apasionado, de tener sexo real y no una descarga mecánica. Me arrepiento porque dañé a todos, no me arrepiento de lo que sentí, reviví”. Podría llenar decenas de páginas con casos donde se revela lo que callamos: la novela monogámica no se adapta fácilmente a los seres humanos. Digo callamos porque en todos los casos que he recibido, a pesar de la angustia desbordante del conflicto, el tema no se había hablado con la pareja. Los pacientes en solitario habían solucionado el conflicto: a través de infidelidades o bien aceptando el sexo obrero sin deseo, o con sesiones ocultas de pornografía o con chats eróticos con desconocidos o cuasi desconocidos; acarreando toda suerte de consecuencias: ansiedad, angustia, depresión, culpa, baja autoestima, insomnio; sumado a la afectación en la esfera relacional: pareja, hijos, familia, amigos, compañeros de trabajo, etcétera. El sexo obrero: monótono, falto de pasión, laborioso, mecánico, aceptado con una pasmosa normalización (como dirá mi paciente PR “es sabido que cuando uno se casa el sexo muere”) no es sin consecuencias, sin malestar subjetivo, no viene solo, se cuela en las relaciones de pareja acompañado de una corte de fenómenos conductuales, sintomáticos y somáticos, en el intento del sujeto de adaptarse a ello, deformándose hasta lo insoportable, dejando su marca indeleble en pareja, familia e hijos. La cultura monogámica Vivimos una explosión mediática sobre la relación monogámica: testimonios de poliamorosos, aventuras swingers, relaciones abiertas, familias polígamas. Esta explosión ha iluminado la zona oscura de las transgresiones a la ley monogámica heterosexual que siempre ha existido, pero aceptada calladamente por la sociedad. Ha puesto de relieve algo que todos sabemos, pero sin embargo negamos cotidianamente: la monogamia es una construcción social. No es parte de la naturaleza humana. ¿Por qué surge la monogamia? Hay diversas teorías: para proteger a los hijos, para evitar las enfermedades de transmisión sexual, para proteger la propiedad. Donde sí hay acuerdo es que la monogamia surge, aproximadamente hace 10.000 años, cuando el hombre pasa de ser cazador-recolector nómade y se establece en asentamientos agrícolas. Un registro fehaciente de la regulación monogámica de la sexualidad la encontramos en el antiguo código Hammurabi escrito en 1750 a.C. por el rey de Babilonia Hammurabi, quien lo recibe de manos del dios Shamash. Este código que unificaba las leyes de los distintos pueblos babilónicos incluía menciones al matrimonio e infidelidad. Sin mucha hipocresía el matrimonio es definido como un contrato. La mujer es entregada en propiedad por sus padres al esposo, quien pagaba bienes y dinero por ella. El matrimonio se mostraba como una monogamia atemperada. Mientras que la mujer sólo podía tener un cónyuge, el marido podía tener varias esposas. Eso sí en casos excepcionales como la esterilidad de la mujer. En este caso particular, la mujer secundaria nunca tenía el rango de la principal, la hirtum (esposa principal) tenía plenos derechos frente a las shanitum (esposa secundaria). Y en el caso de ser una esclava se le añadía el término antum, ya que la categoría social era inferior. Sigamos el rastro por la Antigua Grecia. Los matrimonios en la antigua Grecia tenían por claro objetivo asegurar la procreación. Tampoco se disimulaba su carácter contractual, celebrado con intercambio de bienes y regalos como pactos de alianza entre familias, Ahora bien, la sexualidad era otra cosa diferente, el esposo, especialmente si la familia era adinerada, podía tener concubinas y amantes, pero una sola esposa que daba los legítmos herederos. La sexualidad masculina no se limitaba a su hogar, concubinas y amantes, es bien conocido que el arte del erotismo era practicado por maestros y discípulos. Durante la Grecia tardía se abre el debate sobre la naturaleza del matrimonio, la mujer y la fidelidad. Hiérocles, filósofo estoico del siglo II d.C (2), define al hombre como un animal 4 // EDITORIAL SCIENS

Sexología | Abril 2020 conyugal y social a la vez. Busca naturalmente formar pareja y esa pareja se inserta en la sociedad. Es la única especie que vive en pareja dentro de un rebaño. Musonio Rufo, junto con su discípulo, Epicteto, filosófos estoicos (3) avanzan sobre este concepto: formar pareja es una condición natural del hombre que tiene como fin dos objetivos: crear descendencia y encontrar una compañera. Pero además es un deber ciudadano. Es uno de los deberes por los cuales la existencia particular adquiere valor para toda la sociedad. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son juzgadas como incívicas, debilidades de un hombre sin formación. Mancilla el deber social de mantener la familia unida, acarrea problemas que influirán negativamente en la sociedad: enfrentamiento entre familias, conflictos de herencia, poder, bienes y derechos. En la antigüedad es claro el rol del matrimonio como elemento para garantizar el orden socioeconómico. En 600.000 años de la existencia de la humanidad, la monogamia existe desde hace unos 10.000 años. Su creación está firmemente unida al concepto de propiedad. No me detendré en las regulaciones de la sexualidad impuestas por nuestra cultura occidental judeo cristiana con sus innumerables consecuencias sobre ella. Solo mencionar que la sexualidad adquirirá un carácter pecaminoso y sus impulsos contrarios a las leyes divinas, que persiste hasta nuestros días. Hace 10.000 años las leyes intentan sostener la monogamia y hace 10.000 años se las transgrede constantemente ¿Por qué se vive como restricción y conflicto? El inconsciente filogenético Desmond Morris (Purton, 1928), zoólogo y etólogo británico, remece al mundo intelectual en 1967 con la publicación de El mono desnudo obra en la cual explora las raíces biológicas del comportamiento humano a través de una perspectiva estrictamente zoológica, describiendo al ser humano como una especie animal más. Más allá de la controversia suscitada por esta publicación (criticada por reduccionista, machista y tendenciosa) Morris pone sobre la mesa que por debajo de las capas de la cultura, las leyes, la sociedad, las experiencias personales y la crianza, existe y puja nuestra condición de simio evolucionado. El homo sapiens no es ajeno a las leyes genéticas de la naturaleza. Nuestra herencia filogenética, nuestra biología, nuestra fisiología influyen sobre nuestras conductas mucho más allá de lo que percibimos o creemos controlar. Y nuestro comportamiento sexual no es ajeno a esta influencia, a pesar de todos los matices con los cuales podemos colorearlo hay una base instintiva, pulsional que está en su base. Así como por las características de las dentaduras y la posición de los ojos de los animales podemos saber si esa especie en carnívora o herbívora (colmillos y dientes afilados, ojos frontales en los carnívoros, dienten gruesos y planos y ojos a los lados de la cara en los hervíboros), la observación de las características físicas y genitales nos permiten inferir para que tipo de organización sexual están diseñados los primates homínidos. Los simios cuentan con tres organizaciones de la sexualidad: 1. Poliginia 2. Monogamia 3. Multipareja 1. Poliginia Característica de los simios más grandes, gorilas y orangutanes, se organiza alrededor de un macho dominante que es quien tiene el derecho sexual sobre las hembras de su harén. Los otros machos son desterrados y si desean tener sexo serán retados a combate. Los machos tienen un tamaño muy superior al de la hembra, ya que está destinado a la competencia por la superioridad física, mientras que las hembras serán dominadas e incluso violadas. Sus testículos y pene son pequeños en relación a su tamaño (el pene mide entre 3 y 5 cms y sus testículos son 5 veces más pequeños que los de un chimpancé). No necesitan una gran producción de esperma ya que la reproducción del macho alfa está garantizada y también porque la cantidad de coitos en su vida serán pocas (unos 20 aproximadamente). Tampoco necesita genitales exuberantes para atraer a las hembras o para lograr una penetración más profunda. El derecho a tener descendientes y sus probabilidades es una pelea que se ejerce entre machos, el ganador será quien deje descendencia, los perdedores probablemente no tengan sexo en toda su vida. 2. Monogamia La única especie monógama genéticamente emparentada con el hombre son los gibones. Macho y hembra son casi idénticos en tamaño (el macho no entra en competencias físicas por obtener una pareja). Sus testículos son relativamente pequeños y acordes a la vida sexual ya que solo se apareará con la hembra en los períodos de celo, que se suspende durante todo el embarazo y lactancia. Viven en pareja, no en sociedades. 3. Multipareja Es la organización de los primates más cercanos genéticamente al ser humano: bonobos y chimpacés (nuestro mapa genético se diferencia el 1,6% del de estas especies). Hay diferencia de tamaño entre machos y hembras, pero no es tan marcada como en los grandes simios. Los genitales masculinos son desproporcionadamente grandes en comparación a su tamaño. La competencia por dejar descendencia se realiza durante el coito, es la llamada lucha espermática. Todos los machos pueden acceder a las hembras y estos simios tienen que tener una rápida y gran producción de esperma para vencer a los espermatozoides de sus contrincantes. Una hembra de bonobo puede tener hasta 15 relaciones sexuales en un día con diferentes machos. La punta del pene posee un hueso llamado báculo cuya función es prolongar el tiempo de penetración en la hembra para asegurar la eyaculación dentro del canal vaginal. El corto lapso para eyacular es adaptativo para EDITORIAL SCIENS // 5

Biblioteca

Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar

Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015