Dr. Gustavo Tamosiunas, Dra. Laura Sarubbo adrenérgico, dopaminérgico etco). Es decir que la serotonina y toda su modulación receptorial ISRS mediante (podríamos referirnos también a los antipsicóticos o estabilizantes del humor) no actúan solos en su accionar.No solo establecen circuitos y redes neuronales, sino que modulan y son moduladas por el sistema inmune del cual forman parte. Entonces retomando la línea de razonamiento, si actuamos bajo hipótesis reinantes (paradigma) está claro que si la explicación y fundamento del uso de psicofármaco es algún desequilibrio químico, está claro que debemos mantener el medicamento ya que su suspensión nos remite a tal desequilibrio. Ahora bien, si las hipótesis son otras, cambia nuestra mirada, y es posible repensar la des prescripción de otra manera más natural (paradigmas de Kunh). Es en este momento cuando volvemos anuestra propuesta original; el reflexionar, en este contexto, sobre el uso crónico de psicofármacos por muchos motivos. Uno de ellos es el no tener evidencia científica sobre la eficacia o efectividad, para la mayoría de los casos, que se deban usar en forma indefinida. Aunque también debemos cuestionarnos y reflexionar en el qué hay detrás desde el punto de vista etiopatogénico y fisiopatológico de este organismo vivo y su entorno, que, en algunas circunstancias, al retirar la medicación, reaparecer la sintomatología. Pongamos algunos ejemplos del riesgo a que estamos expuestos. En el caso de las benzodiacepinas, el desarrollo de tolerancia hace difícil sostener su uso más allá de las 12 semanas. Para los antidepresivos el nivel de eficacia en relación al placebo si bien significativo estadísticamente del punto de vista de la significancia clínica, es modesto en el mejor de los casos. Los antipsicóticos tanto típicos como atípicos han crecido en su consumo principalmente en usos off label. Pero del punto de vista de los riesgos hay suficientes datos sobre elpeligro que genera su uso crónico. Las caídas y deterioro cognitivo (esto último no siempre reversible al suspender el medicamento) de las benzodiacepinas, el riesgo de disquinesia tardía o el síndrome metabólico y el aumento de mortalidad cardiovascular por uso de antipsicóticos o la disforia tardía y dependencia, de los antidepresivos nos debe llamar a la reflexión. Estoy refiriéndome al alto consumo crónico y no a aquellas indicaciones específicas bien establecidas en donde los psicofármacos junto a otros tratamientos pueden brindar alivio sintomático, mejoría de la calidad de vida, mejorar el acceso a otras formas de tratamiento, aunque no curación por supuesto. Entonces, frente al abuso que estamos haciendo en poblaciones donde la efectividad es dudosa (y la eficacia no demostrada) pero, donde el riesgo está establecido, la desprescripción-deshabituación se impone. Tener en cuenta siempre, ante el inicio de toda indicación de tratamiento medicamentoso, el comunicar al paciente y/o familiar que es lo que vamos a tratar, cuáles son los objetivos, expectativas, riesgos y, especialmente, que dicha prescripción durará cierto tiempo, realizándoseel retiro de este o estos medicamentos en el momento oportuno, siguiendo, en forma cercana, la evolución de su patología antedicho retiro. Conclusión Por último, no justifiquemos nuestra prescripción por el dudoso mecanismo de acción de los medicamentos sino por resultados, por el seguimiento del paciente, por evidencia que sea realmente contundente estadística y sobretodo clínicamente significativa. La concepción sistémica del medicar apunta a tomar en cuenta al paciente como un todo, y a respetar sus creencias para establecer un acuerdo terapéutico.El hecho que el placebo tenga cada vez más efecto nos habla de las propias característicasdel paciente. La medicina basada en la evidencia no sostiene el uso crónico indefinido de los psicofármacos, y recomienda considerar los tres pilares: las pruebas disponibles (somos nosotros los que debemos filtrar y aprender a leer los artículos y establecer pertinencia, validez interna y externa y significancia), la experiencia del médico y las creencias del paciente. Quizás es hora de ir revisando nuestras prácticas especialmente si se basan en hipótesis no demostradas y le prestamos más atención a datos del mundo real de la farmacología clínica. Bibliografía • 1. Albújar P. Iatrogenia. Iatrogenia [Revista en Internet]. Octubre-Diciembre 2004. [Acceso 20 Marzo 2015]; 43 número 5. Disponible en: http://www.fihu-diagnostico.org.pe/revista/numeros/2004/oct-dic04/229-232.html. • 2. Allegro L. Ética En: Revista Latinoamericana de Psicofarmacología y NeurocienciaFebrero 2013 Nº 78 Pág. 7. • 3. Erazo A. Un enfoque sistémico para comprender y mejorar los sistemas de salud. 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