J. G. Alonso - E. K. Blanc - M. J. Mazzoglio y Nabar - V. M. Sierra // Salud Mental Correccional lo 2 del presente libro. Para los profesionales que se desempeñen en este contexto, el manejo de la conducta suicida es uno de los tópicos principales para los que se debe estar capacitado, entrenado y actualizado. El objetivo del presente capítulo es abordar la psicopatología referida a la conducta suicida en PPPL por causa privativa de la misma. Desarrollo En el estudio de las conductas suicidas en cárceles se ubican dos posturas en la bibliografía: • aquellos autores que las asocian principalmente con características del individuo (“fenómeno de importación”) • aquellos autores que las asocian con el contexto carcelario (“contexto suicidógeno”). La diferenciación entre cada postura tiene implicaciones prácticas en el tratamiento, así como en la prevención. Surge la duda si se debe actuar sobre las predisposiciones y los factores de riesgo de la persona o sobre el contexto carcelario entres los que se han nombrado ciertos factores precipitantes, significados, conceptos culturales y significaciones. Los factores precipitantes de la conducta suicida en prisiones han sido estudiados por Bonner en 1992 y 2000, así como Winkler en 1992 y las revisiones de Kovasznay y colaboradores en 2004. La PPPL, en tanto paciente, al ingresar a un establecimiento carcelario afronta una crisis por el miedo a lo desconocido, un ambiente verticalista, la pérdida del control de los tiempos y del futuro, la soledad y el distanciamiento con familiares, la vergüenza por la situación legal y los aspectos deshumanizantes del contexto. Por otro lado, el ambiente carcelario genera conductas suicidas como se ha nombrado por fenómenos de ruptura como de copia. El equipo liderado por Kovasznay en 2004 agregó a dichos factores precipitantes mencionados los problemas legales, los vinculares y las dificultades en relaciones interpersonales, así como los conflictos entre internos. Existen factores predisponentes al suicidio, los más prevalentes son: el reciente consumo de alcohol y drogas, la pérdida reciente de recursos que estabilizaban psíquicamente al sujeto, los sentimientos de culpa severos o de vergüenza por lo que se causase para sus seres queridos, el diagnóstico de enfermedad mental, los antecedentes de conducta suicida y la fecha de condena. Haycock es uno de los investigadores que apoya la hipótesis de la importación dado que estudió y publicó en 1993 las diferentes tasas de suicidio en centros penitenciarios y vio que las menores tasas se encontraban en los centros para adictos, personas por delitos sexuales o aquellos con déficits intelectuales, mientras que las tasas más altas se hallaron en los centros de salud penitenciarios con enfermos mentales. El autor ubicó a la enfermedad mental como un factor de riesgo y un determinante mayor que el confinamiento mismo. Otros autores como Salive y colaboradores en 1989, White y Schimmel en 1995, He y colaboradores en 2001, Daniel y Fleming en 2006 y Patterson y Hughes en 2008 estudiaron los casos y hallaron que la mayoría de las víctimas habían sido internos alojados en celdas individuales, con historias de antecedentes de conductas suicidas y/o enfermedad mental. El Departamento de Servicios Correccionales del Estado de New York en el año 2002 difundió que las víctimas de suici- 70
J. G. Alonso - E. K. Blanc - M. J. Mazzoglio y Nabar - V. M. Sierra // Salud Mental Correccional dio lo cometieron en estadios iniciales de su ingreso. Bonner estableció los factores de riesgo en cárceles en el año 2000. La literatura anglosajona diferencia entre 2 tipos de alojamiento: los centros preventivos de detención y las prisiones. En los centros preventivos determinaron que los factores de riesgo eran la edad, la condición de procesado en su causa, el historial de uso problemático de sustancias (en muchos de los casos en estado de intoxicación), problemáticas legales y/o familiares y conductas suicidas dentro de las 24 horas; en estos casos la tasa de suicidio determinada fue 9 veces más alta que en la población general. En aquellos alojados en prisiones, las características más significativas eran la edad mayor, la condena firme de su causa, experiencias previas de haber ingresado a cárceles, el historial de enfermedades mentales, las tentativas de suicidio previas, la carencia de red familiar, las problemáticas institucionales y/o con otros reclusos; aquí la tasa de suicidio era el doble de la población general. La Oficina de Estadísticas de Justicia (BJS, Bureau of Justice Statistics) llevó a cabo una investigación sobre la mortalidad en centros de detención y cárceles federales en el periodo entre los años 2000 y 2013. Hallaron que en los centros preventivos de detención el suicidio era la principal causa de número de muertes cada 100000 internos, seguida por las causas cardíacas, el uso problemático de sustancias, patologías oncológicas y enfermedades hepáticas. En las prisiones, el suicidio se ubicaba en el 4to lugar, en orden de prevalencia primero las patologías oncológicas, luego las causas cardíacas seguidas por las enfermedades hepáticas en tercer lugar, en cuarto el suicidio y en quinto lugar el uso problemático de sustancias. Esta estadística dejó al desnudo y ratificó que el primer impacto al ingreso de una detención es el más disruptivo y constituye el momento de mayor vulnerabilidad donde las PPPL llevan a cabo conductas autolíticas, mas luego los mecanismos de afrontamiento positivos con una favorable adaptación disminuyen la vulnerabilidad de dichas conductas (aunque veremos más adelante que existen otros factores que pueden aumentar la ideación suicida de tipo reactiva). Bobes García y colaboradores determinaron que los principales grupos de riesgo son: los ancianos, los grupos indígenas o de etnias, migrantes, personas con pena privativa de la libertad y las personas con enfermedades crónicas significativas. En relación con los migrantes, el principal factor a tener en cuenta es la pérdida de soporte social estable, por lo que se debe trabajar para proveer y/o restaurar redes sociales y atender a los factores emocionales presentes por parte de un abordaje interdisciplinario de las distintas áreas de tratamiento como sanidad, sociales, educación, entre otras. En relación con las personas que cursan pena privativa de la libertad, los principales factores a tener en cuenta son: el mayor riesgo existente en las primeras fases de la condena o ingreso a un sistema correccional, el riesgo dispar en relación con el delito cometido, los comportamientos antisociales e impulsivos y la pérdida de soporte social y rechazo que actúan como estresores; éstos deberán ser abordados mediante servicios de evaluación eficiente y tratamientos eficaces basados en un paradigma de detección precoz del riesgo dentro de un régimen penitenciario, la cual se ha desarrollado en el capítulo 2. Programas de prevención mediante la detección e intervención efectiva 71
Loading...
Loading...
Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar
Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015
Políticas de Privacidad