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Tratado de Actualización en Psiquiatría - Fascículo 13

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Trastornos sexuales y de la identidad sexual - Autor: Dr. Gustavo Corra

Trastornos sexuales y

Trastornos sexuales y de la identidad sexual // Datos históricos de la sexualidad todas las actividades llevadas a cabo con el fin de expresar o satisfacer necesidades sexuales. En la conducta sexual se fusionan elementos psicológicos y neurofisiológicos que responden a estímulos tanto internos como externos. Masturbación: la masturbación es usualmente una actividad corriente en las personas. Muchas veces precursora de un proceso de evolución y crecimiento que conduce a las relaciones sexuales con otros individuos. Es una manera de provocarse placer sexual, común a la mayoría de los individuos, en algún momento de la vida. La masturbación ha sido posiblemente la actividad sexual más común y más frecuente en la historia de la humanidad y, llamativamente, una de las actividades más condenadas en diferentes momentos de la historia. Se entiende la masturbación como una manera de gratificación sexual que puede ser elegida por un sujeto como actividad preferida, o puede operar como supletoria del acto sexual en quienes estén privados por cualquier motivo de esta práctica o carezcan de compañía para llevar a cabo sus relaciones sexuales. Está por demás adentrarse en los contenidos míticos fantásticos relacionados con la actividad masturbatoria pero, vale destacar, que en la actualidad para la salud mental la masturbación es entendida como una actividad sexual que no conlleva a trastorno alguno, aunque sí, como todos los elementos de la intrincada trama de la sexualidad humana, pueda estar asociada (como describiremos adelante), a prácticas que por otros motivos involucran a la masturbación y que son entendidas como trastornos de la sexualidad, se podría tomar como ejemplo el ejercicio de la masturbación en un acto exhibicionista o voyeurista. Datos históricos de la sexualidad Históricamente la sexualidad ha tenido una esencia mutante, y se ha manifestado sobre la base de preceptos culturales que la han normatizado. De estos preceptos depende, tanto la concepción psicológica como las prácticas sexuales están y han estado ligadas a estas variables culturales. Es imposible pensar la sexualidad sin incluirla en un contexto sociocultural en el que ocurra (3). El ejercicio de la sexualidad con una sola persona (monogamia) que, en algunas culturas ha surgido de manera espontánea, en otras, ha estado ligado a fenómenos sociales o prácticos, como la transmisión de los patrimonios económicos. En la cultura occidental son los preceptos bíblicos los que desde su origen intentan establecer cierto orden en lo referente al ejercicio de la sexualidad. Las reglas de Moisés apuntan a una sexualidad no incestuosa, heterosexual, monógama y que transcurra en el terreno de la fidelidad conyugal. También queda claro en este devenir histórico el criterio de desigualdad de los requerimientos de la ley para con el hombre y la mujer. El judaísmo primitivo aceptaba ciertos privilegios para el hombre en tanto a las relaciones sexuales fuera del matrimonio, mientras que la sexualidad de la mujer era ofrendada a la reproducción y la infidelidad de ésta se castigaba con la lapidación, el apedreamiento hasta la muerte. En algunos sectores sociales de la cultura egipcia el incesto se llevaba a cabo como ritual sexual que permitía la purificación de la estirpe. En Grecia la homosexualidad era llevada a cabo como actividad ligada a la relación maestro-discípulo y gozaba de una aceptación social amplia. La deambulación por las calles estaba prohibida a las mujeres solas, pero permitida a las etairas, prostitutas que gozaban de los favores de los más ricos. Durante la Edad Media, la sexualidad en sí misma es declarada por la Iglesia Católica como patrimonio de lo demoníaco si su ejercicio ocurría fuera de lo pertinente a la reproducción y con preceptos que revindicaban la monogamia. Desde la ciencia, la sexualidad es abordada por primera vez en términos rigurosos por Richard Kraft-Ebing en su libro Psicopatía Sexualis de 1882. El autor intenta establcer allí las bases de una descripción de la patología sexual. Poco después se suman los aportes del médico británico H. Havelock Ellis, quien propone en su obra Psychology of Sex la existencia de una sexualidad que transcurre en términos análogos tanto en la mujer como en el hombre. Este autor por primera vez propone desestimar los efectos negativos de las actividades masturbatorias. Ambos autores fueron la base psicopatológica de los posteriores desarrollos de Sigmund Freud que revolucionarían el terreno de la sexualidad en el mundo de la ciencia. Sigmund Freud (médico vienés, 1856-1939) centró su teoría conjetural del psiquismo a partir de observaciones de la sexualidad humana. Llamó al apetito sexual, que no poseía denominación científica hasta el momento, libido, y a la vez, enunció la existencia de la sexualidad infantil profundizando en el estudio de ésta (4). Para la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, el psiquismo se integra a partir de un interjuego entre la libido y la represión, función psíquica encargada de mantener la homeostasis justamente frente a los embates libidinales capaces, por su intensidad, de romper el equilibrio psíquico. Cada sujeto estaría constituido por una única y particular articulación de estos dos elementos, libido y represión, generando así la diversidad de caracteres en las personas. La teoría psicoanalítica desarrolla, a la vez, una nosografía psicopatológica propia en la que se describen en distintos cuadros clínicos las correspondientes alteraciones de la vida sexual, incluyendo interpretaciones que sustentan desde el modelo psicoanalítico las motivaciones de éstas. Para S. Freud, el hombre transita por todos los estadios de las perversiones, tanto a lo largo de su vida infantil, como durante el desarrollo de la actividad sexual normal. Un objeto sexual sería el que atrae la fuerza libidinal, mientras que una meta sexual sería la relación que se lleva a cabo con ese objeto. Describe Sciens Editorial Tratado de Actualización en Psiquiatría 3

CAPÍTULO XVII Trastornos sexuales y de la identidad sexual // Disfunciones sexuales además las zonas erógenas, oral, anal, genital y fálica, como distintas estaciones de tránsito de la vida libidinal, que pueden integrarse de manera armónica para componer lo que el autor llama genitalidad. Los aportes de S. Freud comienzan con la observación de la sexualidad humana, pero no se limitan a este campo y siguen siendo en la actualidad uno de los aportes más valiosos al estudio de la psicología del hombre, proponiendo a través de la investigación de la sexualidad el único modelo que intenta una respuesta conjetural del aparato psíquico. La actividad de Margaret Sanger, quien inició el movimiento de control de la natalidad en los Estados Unidos entre 1922 y 1927, fue una importante influencia en las costumbres sexuales de nuestra época. Impulsó el control de la natalidad y el libre uso de anticonceptivos. Su lucha fue a favor de la legalización del uso de los anticonceptivos y la despenalización del aborto en la búsqueda de una inserción social de la mujer desde la validación de sus libertades. Además de su actividad sociopolítica, publicó valiosos escritos que aportaron al conocimiento de la sexualidad en general y, en especial, al de la mujer. Su serie de artículos denominados “Lo que cada mujer debe saber” y el periódico que dirigió La mujer rebelde fueron en su época un desafío a la Iglesia y al Estado. Por sus acciones a favor de sus ideales fue condenada en los Estados Unidos por “Actos criminales severos”, lo que motivó su traslado temporal a Europa. Fundó la Liga Americana para el Control de la Natalidad (que se denominó, en 1942, Federación de la Paternidad Planeada). Cuando Sanger contaba con 80 años se aprobó en los Estados Unidos el uso libre de anticonceptivos por el que había luchado desde su juventud. Geramine Greer, feminista activa, publicó su obra El eunuco femenino, base de la literatura del movimiento feminista. Greer abrió con su trabajo el camino de los derechos de la mujer y de los menos favorecidos, influyendo de manera directa e irreversible en el devenir de la sexualidad en la cultura posterior a su paso por la historia. Alfred Kinsey (1894-1956), biólogo y psicólogo, pudo investir contra las consideraciones morales y culturales de su época, llevando a cabo, por primera vez, una lectura objetiva y sistemática de la sexualidad humana. Sus aportes facilitaron el trabajo de sus seguidores al haber conseguido llevar la sexualidad en un terreno pasible de la investigación y la difusión científica. Un estudio de 18.000 entrevistados ciudadanos de los Estados Unidos de Norteamérica fue la base de su publicación El comportamiento sexual en el hombre, en 1948; en 1953 publicó El comportamiento sexual en la mujer. En 1966 Masters y Johnson publicaron su libro Respuesta sexual humana, donde destacaron las analogías de los deseos y conductas sexuales femeninas y masculinas, colocando ya definitivamente el terreno de la sexualidad como materia de estudio diferenciada de las demás ciencias. De todos estos aportes y estudios deducimos la alta complejidad del pensamiento y los comportamientos sexuales, teniendo en cuenta que su desarrollo ocurre dentro de un sistema social y simbólico dinámico que los sustentan. De este sistema depende la sexualidad, y sus características serán únicas y particulares para cada momento de la trama social y cultural en que ocurra. La respuesta sexual humana y sus fases Se describen tres fases, las que son diferentes en el hombre y en la mujer. A) Fase de excitación En el hombre Se produce la erección por vasodilatación precapilar con engrosamiento del tejido vascular eréctil. La estimulación del sistema proviene del sistema nervioso autónomo parasimpático a través de innervación que nace en los espacios S2 y S5. En la mujer Se produce el engrosamiento de la mucosa vaginal, los labios vaginales y el clítoris. La vasodilatación ocurre por mecanismos similares al del hombre. B) Meseta En el hombre Hay un aumento de la secreción glandular mucosa por acción de las glándulas de Cowper, de Littre y de la próstata. El control está a cargo del sistema parasimpático. En la mujer Existe un importante aumento de la secreción mucosa y de la lubricación por acción de las glándulas de Bartolino y de Skene. Al igual que en el hombre, el control está a cargo del sistema parasimpático. C) Fase orgásmica En el hombre Comienza con la emisión espermática por contracción del músculo liso de las vesículas seminales y los conductos deferentes, el control está a cargo del sistema nervioso simpático a través de filetes nerviosos que emergen del espacio dorsal 12 y lumbar 3. Posteriormente se produce la relajación de la vesícula seminal y la contracción del esfínter uretral interno para concluir con la contracción refleja de la musculatura estriada del pene, acompañadas por la contracción pélvica y perineal. En la mujer Se acompaña de contracciones pélvicas y perineales produciéndose un arco reflejo en el que interactúan estímulos sensitivo motores somáticos a nivel S2 y S4. Disfunciones sexuales Palabras clave Fase de excitación, fase orgásmica, deseo sexual hipoactivo, aversión al sexo, excitación, erección, impotencia psicógena, eyaculación, dispareunia, trastorno orgásmico, eyaculación precoz, vaginismo, cefalea postcoito, trastorno sexual inducido por sustancias. 4 Dr. Gustavo Corra

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