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Tratado de Actualización en Psiquiatría - Fascículo 7

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Modelos biológicos de la Psiquiatría - Parte 1 - Autor: Roberto Rosslar

Modelos

Modelos biológicos de la psiquiatría // Historia que principalmente se ve es la oscuridad". La aparición de una Psiquiatría "neuro-científica" de alta tecnología puede ser un ejemplo de lo que William Blake denunciaba como una "visión única", el tipo de miopía que aparece (literal y metafóricamente) de mirar obstinadamente a través de un microscopio. Una visión única tiene sus limitaciones para explicar la condición humana. Nunca debemos olvidar que lo humano es, al fin y al cabo, el corazón de la Medicina, sin lo humano todo el edificio de las especialidades médicas pierde sentido y se derrumba. Historia Palabras clave Prominencias craneanas, frenología y "prehistoria" de la Neurociencia de la afectividad Las bases biológicas de la Psiquiatría corresponden en un nivel "micro", a conceptos pertenecientes a los campos de la Neuroquímica, la Biología Molecular y la Genética. Pero, en un nivel "macro", estas bases corresponden a lo que se denomina "localización cerebral", este ha sufrido a lo largo de la historia múltiples cambios de paradigmas tanto en lo teórico como en lo metodológico. Es importante para poder comprender el paradigma actual de la Psicofisiología y la Neurociencia de la afectividad tener en claro cómo nuestros "ancestros profesionales" analizaron estos temas. Antes del siglo XIX algunos filósofos y médicos opinaban que las facultades mentales tenían asiento en el cerebro, es decir que apoyaban un monismo materialista pero, lamentablemente, las situaban en los ventrículos cerebrales. Hubo que esperar hasta el Siglo XIX (si bien algunos autores señalan a Thomas Willis como el primero en afirmar que las funciones cerebrales eran tisulares) para poder identificar conceptos de especialización hemisférica en el tejido cerebral. En este siglo la controversia entre Franz Gall y Flourens marcó el nacimiento del concepto de localización cerebral moderna. Tal vez pueda sorprender que Franz Gall, el creador de una pseudociencia como lo es la Frenología (o Cranioscopía), sea citado como uno de los pioneros de la localización funcional moderna. Y es que, paradójicamente, en esta controversia Gall tenía un mal método pero una buena teoría y Flourens tenía un buen método y una mala teoría. Gall teorizaba correctamente que diferentes regiones cerebrales tenían diferentes funciones y, más importante aún para la Neurociencia de la afectividad, identificaba entre estas funciones el instinto sexual, la conducta maternal, la memoria verbal, la conducta de autodefensa, la música y la capacidad numérica. El problema era su método de identificación de tales funciones, que consistía en la evaluación y la medición de las prominencias craneanas. Gall creía que, por ejemplo, un hombre con un gran instinto sexual tenía esta área cerebral muy hipertrofiada lo que causaba que el hueso craneano suprayacente se sobreelevara generando una prominencia ósea palpable. Flourens, por el contrario, fue el pionero de un método experimental como el de la resección de un área cerebral y la observación de los cambios conductuales generados por esta ablación. Pero, cometía un error teórico al afirmar, por un lado, que la corteza cerebral no tenía áreas especializadas (teoría de la generalización o la equipotencialidad cerebral) y, por el otro, al desterrar de la Neurofisiología el estudio de las funciones emocionales. Fritsch, Hitzig y Broca corrigieron este error de Flourens al descubrir la corteza motora y la corteza relacionada con el lenguaje, respectivamente. Lamentablemente, a partir de estos hallazgos se consideró que las facultades mentales son nada más que el producto de las funciones sensitivo-motoras y que por lo tanto no existen áreas cerebrales específicas relacionadas con ellas (7). En el siglo XIX se pasó de una Psicofisiología de la afectividad con Gall a una concepción sensitivo motora de todas las funciones cerebrales con Ferrier, Fritsch, Hitzig y otros. A fines del siglo XX observamos, parafraseando a Nietzche, el eterno retorno (en este caso a la despreciada y devaluada teoría frenológica) con los trabajos de Panskeep y el nacimiento de la Neurociencia de la afectividad que afirma la existencia de áreas cerebrales en relación con la agresividad, la sexualidad, la conducta maternal, la tristeza, la alegría y otras más creando así un puente entre la Neurociencia y el Psicoanálisis, reconciliando el diván con el laboratorio. ¿Neurociencia de la afectividad? Perspectiva epistemológica Palabras clave Objetivos de la neurociencia, cerebro, mente, impulsos externos e internos. En un camino conceptual paralelo a los pintores impresionistas y postimpresionistas de comienzos del siglo XX, que intentaban registrar y capturar el significado emocional del mundo, esta nueva rama de las Neurociencias intenta registrar y estudiar los procesos neuronales subyacentes a las experiencias Sciens Editorial Tratado de Actualización en Psiquiatría 5

CAPÍTULO XXII- Parte 1 Modelos biológicos de la psiquiatría // Neurociencia de la afectividad y reacciones afectivas, que son los mecanismos esenciales en la génesis de las fuerzas emocionales básicas que compartimos con otros mamíferos. Lo que intenta la Neurociencia de la afectividad es, reteniendo el rigor científico de la neurofisiología clásica, volver a contactarse con las funciones biológicamente relevantes, como lo son las emociones y los afectos. Para comprender esta Neurobiología de nuestro "mundo interior" debemos observar que nuestro aparato mental siempre ha tenido dos fuentes de datos. Uno, guiado por nuestros cinco sentidos aristotélicos hacia el mundo exterior. El otro "mundo" que nuestra mente "observa", y que es vital para nuestra supervivencia, es el de las vísceras. Estos procesos internos están representados en el tronco cerebral y monitorean un mundo de fluctuaciones (glucosa, sodio, temperatura, oxígeno, etcétera) que son la esencia de nuestros impulsos motivacionales (8). La posición clásica, tanto de la Neurociencia como del Psicoanálisis, es que no podemos experimentar en forma directa nuestros impulsos internos o nuestra vida mental. Pero debemos recordar que tampoco podemos experimentar en forma directa los objetos del mundo externo. ¿A qué me refiero con esta afirmación? A que, esta mesa marrón sobre la que estoy escribiendo puedo tocarla y mirarla pero no puedo conocer su "esencia", como por ejemplo el hecho de que el "zumbido" de electrones alrededor del núcleo atómico significa que esta mesa aparentemente sólida consiste en su gran mayoría de espacio vacío o al hecho de que su apariencia marrón resulta de un conjunto de detectores en mi retina con un amalgama de tres clases distintas de radiación electromagnética que percibo como un color. Es decir que, también con respecto al mundo externo, estamos siempre restringidos por una especie de "filtro" que son nuestros órganos preceptuales. Para mostrar que nuestra precepción de la "realidad" es más imprecisa aún, la Neurofisiología ha confirmado que nuestras percepciones no son una fotocopia de la realidad sino una mera abstracción de ella. Y esto se debe a que las sensaciones que nos producen los estímulos ambientales al "bombardear" nuestros sentidos no solamente son "filtrados" por nuestros receptores sino que también son textualmente "violadas" por los diferentes mecanismos de procesamiento a todos los niveles de las vías aferentes desde los nervios periféricas hasta las cortezas asociativas (inhibición colateral, adaptación, control central, procesamiento en paralelo, magnificación, convergencia, divergencia, etcétera). Se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que nuestra percepción del mundo exterior es una versión editada, un "make up" de la realidad. La autopercepción se realiza a través de órganos sensoriales especiales dirigidos hacia nuestro mundo interior, lo que nos permite conectarnos, por ejemplo, con las emociones (ira, tristeza, miedo, etcétera). Podemos entonces interpretar nuestra afectividad como una percepción dirigida hacia nuestro interior que percibe nuestro mundo visceral. Mientras la Neurociencia observa el aparato mental con órganos sensoriales externos y ve un cerebro, cuando se observa el mismo aparato mental internamente, en su subjetividad, a través de otros órganos sensoriales, aparece frente a nuestros ojos la mente. Proceso de encefalización Palabras clave Cerebro ventral, cerebro dorsal, estructuras subcorticales, hipocampo, amígdala, emoción, cognición. Con fines didácticos podemos dividir las estructuras cerebrales en un cerebro dorsal, estructuras subcorticales y un cerebro ventral. El cerebro dorsal está compuesto por la corteza asociativa (parte del neocortex que representa un "lujo" evolutivo de los mamíferos) en el que es importante destacar la presencia de la corteza prefrontal (CPF) (un "lujo" evolutivo de los primates). El neocortex recibe aferencias principalmente a través del tálamo, que es una especie de "gran estación central" en la que hacen relevo prácticamente todas las vías que traen información al neocortex desde los receptores sensoriales 3 , médula, cerebelo, ganglios basales (GB), información de retroalimentación desde el mismo neocortex, etcétera. La corteza asociativa está fundamentalmente asociada con los procesos cognitivos, influye y es influida por las emociones, pero no genera afectividad. Las estructuras subcorticales más importantes para nuestro tema son el sistema límbico, el encéfalo basal anterior (EBA) y los ganglios basales (GB). Estas estructuras son filogenéticamente más antiguas y están relacionadas con los procesos emocionales. El cerebro ventral está compuesto por el tronco cerebral y el hipotálamo. Estas estructuras son un legado de los animales más antiguos del árbol filogenético y están relacionadas con los procesos home- 3. Una excepción a esto es la vía olfatoria, que es un verdadero "fase track" al sistema límbico sin pasar por el tálamo. Esto se debería a que, evolutivamente, la vía olfatoria precedió a la aparición del tálamo. La vía directa existente entre el bulbo olfatorio y las estructuras límbicas temporales explicaría el gran impacto emocional de los estímulos olfatorios. 6 Dr. Roberto Rosslar

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