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Tratado de Actualización en Psiquiatría - Fascículo 9

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Ética en Psiquiatría - Autor: Prof. Dr. Luis Allegro

Ética

Ética en Psiquiatría // La ética específica de la asistencia psiquiátrica de enfermedad y alteración de la psiquis. En todas las actividades que realicen los psiquiatras, debe cuidarse al paciente por su condición psíquica que lo lleva a funcionar en inferioridad de condiciones. Por eso es indispensable diagnosticar permanentemente su grado de autonomía evaluando la capacidad para reconocerse a sí mismo como persona diferente de los demás, identificando la realidad exterior de la interior y la capacidad de adoptar decisiones de vida. Teniendo en cuenta esto, el paciente debe ser aceptado en el proceso terapéutico como un igual. Es necesario que una de las primeras evaluaciones del psiquiatra deba tener presente el grado de lucidez de su paciente, así como la capacidad de tomar conciencia de su estado y de la realidad que lo rodea, con el objeto de poder entender la comunicación de la opinión psiquiátrica sobre su salud y hacer uso de su derecho al libre consentimiento informado, dado que puede variar espontáneamente o con el tratamiento. Existen grupos de pacientes en los que es difícil aplicar el principio de autonomía. No están desarrollados totalmente los procedimientos para determinar el grado de autonomía en niños pequeños y enfermos mentales, aunque existen líneas de investigación. En los casos frente a los cuales el psiquiatra sienta duda es importante apoyarse en la familia del paciente −que es la depositaria legítima de los derechos del paciente− y/o en el Comité de Ética de la institución de salud (hospital, etcétera). El enfermo discapacitado mentalmente y los Derechos Humanos El enfermo discapacitado mentalmente debe ser atendido con el respeto, la consideración y el afecto que se merece todo ser humano, tal como lo estipulan los derechos humanos. Ningún médico participará en la violación de los derechos humanos básicos de ninguna persona, tal como están definidos en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, ni facilitará su ocurrencia. El enfermo mental tiene todas las posibilidades de ejercer sus derechos, así como todas las actividades que le permiten las normas, los principios y las declaraciones de carácter civil, político, económico, social, cultural y laboral en el seno de la comunidad dentro de las posibilidades que su afección le permita. Así también, tiene derecho a ser tratado en las mejores condiciones lo más completas posibles, a través de los tratamientos específicos, que serán aplicados con la menor restricción e invasión a su libertad, debiendo brindar, además, protección física y mental a terceros. La determinación de que una persona padece una enfermedad mental debe ser realizada según estrictas normas médicas aceptadas internacionalmente y siempre teniendo presente los Derechos Humanos que le caben. La comunicación de la verdad y el consentimiento informado La comunicación de la verdad debe ser tenida en cuente en todo momento por el profesional: cuando se le solicite la evaluación mental (diagnóstico, tratamien- Sciens Editorial to, etcétera) de una persona, es un deber ético informar al interesado sobre el propósito de su intervención, así como sobre los resultados obtenidos y el uso de los mismos en la conducta terapéutica. En esto, es importante remarcar que debe ser dicho en un lenguaje que permita al interesado una clara compresión de lo vertido por el especialista. En todo enfermo debe considerarse que en su psiquismo hay siempre una parte enferma y una parte sana. Ambas partes son de distinta magnitud. Es tanto más enfermo cuanto mayor es la parte enferma. Siempre es importante considerar que todo paciente, por mínima que sea la parte sana, es capaz de captar y tomar conciencia de su estado y de la realidad que lo rodea. Por lo tanto, la comunicación de la verdad es necesaria e importante. El enfermo debe ser informado adecuadamente de todo lo que se refiere a su persona, sus circunstancias, su enfermedad, de todo lo que atañe a sus intereses, etcétera. La toma de decisiones Tanto en lo que respecta al tratamiento como a toda otra situación o cosa que interese al paciente, o que esté relacionada con los intereses del mismo, debe ser ampliamente informada para que el mismo paciente tome una parte activa en la toma de decisiones. En esto debe tenerse en cuenta el grado de autonomía del paciente. En el caso de que la autonomía sea mínima o que falte, las decisiones deben ser tomadas por los familiares más directos salvo en el caso de que la urgencia del mismo impida consultar a los familiares o que ellos falten. Cuando hay falta de autonomía en el paciente debe intervenir el ministerio público y dentro del ámbito del hospital debe intervenir el Comité de Ética Hospitalario. La “segunda opinión” en Psiquiatría El profesional médico o integrante del equipo médico debe respetar el derecho del paciente a recabar una segunda opinión de otros profesionales, facilitando todos los medios que permitan al paciente tomar sus propias decisiones respecto de lo concerniente a su enfermedad. La ética específica de la asistencia psiquiátrica El tratamiento como generador de ética En la medida que los tratamientos psicoterapéuticos permiten una reeducación y una reestructuración de la personalidad del paciente, el comportamiento del médico debe ser de tal nivel ético como para que sirva como modelo que genere comportamientos éticos en el paciente. Los tratamientos deberán reconocerse como de carácter ético, no sólo por sus objetivos sintomáticos y terapéuticos, sino también porque contiene el potencial del desarrollo de la personalidad y conducta ética del paciente, apoyada esta última en la ética del médico que se basa en los principios de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia. Tratado de Actualización en Psiquiatría 5

CAPÍTULO XX Ética en Psiquiatría // El equipo profesional y el personal administrativo La relación médico-paciente El médico debe respetar la relación que se establece entre él y su paciente dándole el carácter y la categoría profesional que corresponde a esta relación. Esto significa que debe destacar y separar esta relación de toda otra relación personal que exista previamente entre él y el paciente o que pueda generarse ulteriormente. Cuando por razones extramédicas exista otra relación de carácter no médico, el profesional debe jerarquizar como más importante la relación médica a cualquier otra, y debe comportarse de modo tal que la relación médica sea la predominante y la otra sea accesoria y esté subordinada. El objetivo médico de la relación (el paciente y su enfermedad) debe ser siempre lo más importante. Esto debe durar todo el tiempo que dure la relación médica. El tratamiento está basado en una relación de confianza y respeto mutuo, es una verdadera alianza terapéutica entre el profesional y el paciente. En esta situación se dan verdaderas relaciones afectivas, emocionales, entre el profesional y el paciente. Es importante su manejo ético para que no interfieran en las relaciones entre el terapeuta y el paciente. El profesional debe ser especialmente cuidadoso en estos aspectos y en la tendencia de los pacientes a modelar sus conductas de acuerdo con la identificación que hace con las de su terapeuta. Objetivos éticos del tratamiento En todo ratamiento psiquiátrico deben reconocerse por lo menos tres objetivos: el objetivo sintomático, el objetivo terapéutico y el objetivo de desarrollo de la personalidad. El médico debe tener un diagnóstico lo más claro posible sobre cuál o cuáles de estos objetivos está operando. Debe mantener con el paciente una comunicación lo más fluida posible como para informar o intercambiar información sobre cada una de estas áreas, para que el interesado tenga una información lo más ajustada posible sobre su enfermedad y su tratamiento. La escala de valores del paciente No se debe entrar en contradicción con las escalas de valores éticos y morales del paciente. Se impone la necesidad de respetar la escala de valores del paciente y no se debe adoctrinarlo. Posición ética del medio y su neutralidad frente a la ética del paciente El médico debe tener clara conciencia de que la ética indica: 1) que su comportamiento profesional debe estar al servicio del tratamiento, y 2) que el tratamiento debe estar al servicio del paciente de acuerdo con los principios de la ética de beneficencia, no maleficencia, autonomía y de justicia. El médico debe mantenerse neutral frente al paciente, a los familiares, a los intereses económicos, sociales, políticos y religiosos de dicho paciente. Los efectos y sus derivados En la relación médico-paciente, como en toda relación humana, se movilizan afectos, emociones y sentimientos que son propios e inevitables. El médico debe comportarse personal y técnicamente de tal modo que los afectos se mantengan dentro de niveles y magnitudes razonables para que: 1) favorezcan el desarrollo del tratamiento y 2) no interfieran en el desarrollo de las rela- 6 Prof. Dr. Luis Allegro ciones del paciente con su medio familiar, laboral y social. Hay enfermos y no enfermedades En Psiquiatría la enfermedad involucra a toda la persona que la padece. Esto significa que es necesario considerar la personalidad en su conjunto: no hay enfermedades o entidades nosológicas, sino personas enfermas. El criterio de considerar “entidades nosológicas psiquiátricas” no sólo no es operativo sino que distorsiona la realidad clínica e induce a falsas informaciones sobre el padecer psiquiátrico. En la problemática del paciente psiquiátrico están involucrados no solo él paciente como persona, sino también su familia, su trabajo y sus vínculos sociales. Condiciones de honestidad El médico deberá relacionarse con integridad, honestidad y responsabilidad profesional con sus pacientes. No se apartará de una correcta representación de la verdad o de la realidad a los pacientes y sus familiares, ni se comprometerá en acto alguno de fraude, dolo o coerción. Confidencialidad El médico respetará la confidencialidad de la información de sus pacientes, dentro de los límites de las normas legales y profesionales, atendiendo a su vigencia y pertinencia. Podrá hacerse una excepción a la confidencialidad en caso de abuso sexual, maltrato físico y otros de similar gravedad que pongan en peligro el bienestar, la salud o la seguridad, o que impliquen grave riesgo de terceros. Honorarios Cuando la autonomía del paciente lo permite, los honorarios deben ser tratados con el interesado y, eventualmente, con los familiares. En caso de falta de autonomía del paciente, deberán ser tratados con sus familiares. Coacción El médico no debe coaccionar de ningún modo a su paciente y debe mantenerse al margen de toda decisión que sea trascendente para la vida futura del paciente. El equipo profesional y el personal administrativo Tanto el equipo profesional (médicos, psicólogos, enfermeros, asistentes sociales, etcétera) como el personal administrativo de las instituciones dedicadas a la atención de los padecimientos emocionales, psíquicos y/o mentales, deben desempeñar su comportamiento profesional respetando todas las normas que se estipulan para el médico, pues les caben las mismas responsabilidades. El profesional debe cuidar y proteger al paciente respecto de todo lo concerniente a la donación de órganos y tejidos para transplantes. Lo mismo de cuidar toda la información genética ya que esto puede traer consecuencias negativas para el enfermo. Los efectos de esta información pueden trascender al entorno familiar del involucrado.

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